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Se vinculó muy temprano, en 1984, al Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas (FCHE), que se creó en 1978. En la UNAL Medellín fue un profesor afable que le apostó, por ejemplo, a la enseñanza a partir del cine, uno de los artes que más disfrutaba, como sus amigos de él, por ser —como dijo uno de ellos— “una de esas personas que uno quisiera tener cerca”. Tras su muerte algunos de sus seres queridos lo recuerdan y le hacen un homenaje.

  • Luis Miguel Córdoba Ochoa se vinculó a la UNAL Medellín en 1984. Foto: tomada de bit.ly/3GFogjq.

    Luis Miguel Córdoba Ochoa se vinculó a la UNAL Medellín en 1984. Foto: tomada de bit.ly/3GFogjq.

  • Sus allegados lo consideraban un humanista y un amigo leal. Foto: cortesía Gregorio Saldarriaga.

    Sus allegados lo consideraban un humanista y un amigo leal. Foto: cortesía Gregorio Saldarriaga.

  • En 2021 le otorgaron reconocimiento a la docencia excepcional en la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas. Foto: Unimedios.

    En 2021 le otorgaron reconocimiento a la docencia excepcional en la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas. Foto: Unimedios.

    A veces el profesor Luis Miguel llevaba a sus cursos alguna de sus pasiones, pero en varias ocasiones se valió de la misma: el cine. Les proyectó a varias generaciones de estudiantes, a quienes les dictaba las asignaturas de Historia colonial de Colombia y de América, documentales y películas como La Marrana y Aguirre, la ira de Dios. “Eran las obligadas”, recuerda su colega y amigo, Juan David Montoya Guzmán, docente del Departamento de Historia de la FCHE, quien además fue alumno suyo a finales de la década del 90.

    El docente Luis Miguel era licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Pontificia Bolivariana, magíster en Historia de la UNAL Medellín y doctor en Historia de la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla, España, una de sus ciudades favoritas. A su tesis, que permanece inédita, le fue otorgado el reconocimiento Summa Cum Lauden y se piensa publicar como homenaje de la FCHE y para mantener vivo su legado intelectual.

    Fue siempre inquieto intelectualmente. De hecho, otra de sus características fue la proactividad, pues mantuvo vigentes varios proyectos de investigación. Participó, por ejemplo, con un artículo sobre el cabildo y la política de la villa de Medellín durante el siglo XVIII, en una colección denominada Historia de Medellín, publicada en 1996 por Suramericana de Seguros y editada por el reconocido historiador Jorge Orlando Melo.

    De su tesis de maestría resultó el libro De la quietud a la felicidad: la villa de Medellín y los procuradores del cabildo entre 1675-1785, publicado en 1998 por el Instituto Colombiano de Cultura Hispánica. Se trata de una obra pionera en la historia colonial de la región y bien documentada porque Luis Miguel “leyó pacientemente durante mucho tiempo las actas en el Archivo Histórico de Medellín”, cuenta el profesor Juan David.

    Fue, también, riguroso y el mejor en su área, como lo destaca otro amigo y exestudiante: César Lenis, profesor del Departamento de Historia de la Universidad de Antioquia, quien afirma que: “en lo que respecta a la actualización en la producción historiográfica sobre el periodo colonial le llevaba ventaja a muchos historiadores. Con Luis Miguel siempre contábamos con la posibilidad de leer textos que no se conocían en Colombia. Gracias a él, por ejemplo, leímos las primeras ediciones en castellano de Serge Gruzinski y Carmen Bernand, o fantásticas investigaciones de James Lockhart. Era muy inquieto con eso, pedía los libros de afuera para que le llegaran a su casa y los utilizaba en los cursos de la Universidad. Nosotros siempre se lo agradeceremos”.

    Él, añade el profesor César, era consciente de que la Historia es una ciencia en constante transformación, que se renueva constantemente, y que un historiador debe estar atento a esos cambios.

    En ese sentido, cree que el trabajo que desarrolló Luis Miguel fue ejemplo para los historiadores del país. Estudió, principalmente, los siglos XVI y XVII. Fue lo que hizo, tal vez, desde el 2001, aproximadamente. El profesor Juan David cuenta que producto de las investigaciones que realizó surgieron artículos sobre temas disímiles como las relaciones entre indígenas y españoles en la Antioquia del siglo XVI, la política en los cabildos del Nuevo Reino de Granada, el contrabando en Cartagena de Indias o la resistencia indígena.

    Precisamente ese es uno de los temas más interesantes que abordaba desde la academia, de acuerdo con la percepción de otro exestudiante y amigo: Gregorio Saldarriaga, profesor de la Facultad de Historia de la Universidad de Antioquia, a quien los artículos que más le gustan de él son aquellos que dedicó a la gente del común y los que trataban sobre poblaciones indígenas que Luis Miguel publicó en diversas revistas.

    Fue, precisamente un historiador riguroso. El profesor César lo recuerda con fuentes manuscritas o impresas, de los siglos XVI y XVII bajo el brazo, comparando lo que observaba en terreno con lo que se registraba en ellas. “Era un ejercicio muy bonito que permitía entender esa valoración de la presencia indígena y negra hoy en día negada en este país a pesar del trabajo de etnógrafos y antropólogos durante décadas. Era muy sensible a esos temas, que entre otras cosas nos ayudan a comprender lo que somos hoy como sociedad”.

    Con su manera de enseñar, a veces incluso no intencionada, durante varios años, añade Juan David, Luis Miguel “cumplió una labor muy importante porque fue el formador de muchas generaciones de historiadores colombianos que ahora están vinculados en diferentes universidades del país y del exterior”. También estrechó vínculos académicos, sobre todo, en México, Francia y España, e hizo parte de la Red Columnario de investigación de esa última nación.

    A través de Twitter, Alejandro Henao Ruiz, quien fue uno de sus estudiantes, escribió: “Luis fue uno de los profes por los que no renuncié en primer semestre, me transmitió su amor por la historia. Nuestra relación trascendió del salón de clases, siempre tuve de él un saludo, una sonrisa y una buena conversación cada vez que nos cruzamos por más de 11 años”.

    Para el profesor Luis Miguel la UNAL Medellín significó orgullo, sentido de pertenencia. El docente Juan David narra que recientemente expresó que la Universidad fue un espacio en el que no solo se formó académicamente, sino que también le permitió hacerlo como ser humano y desarrollar una vida.

    Un hombre siempre dispuesto para la concordia

    Sobre Luis Miguel hay consensos: que fue un amigo leal, que siempre mantenía el contacto. Cálido, sosegado, respetuoso con los demás, de carácter afable y de quien el profesor Juan David no escuchó nunca malos comentarios hacia los colegas o estudiantes.

    “Siempre tenía tiempo para escucharlo a uno. Para hablar de cosas académicas, incluso si uno era un pendejo que, si acaso, balbuceaba, o para hablar de Foucault, Deleuze, que no eran de su gusto. Fue locamente generoso. Yo más intransigente, pero Luis no, él era un tipo muy abierto a las diferentes alternativas y posibilidades, hasta con las que no estaba de acuerdo”, añade el profesor Gregorio.

    Él se atreve a mencionar, sin dudarlo, que desde que se conocieron en 1993, “cinco veces que lo haya visto bravo en la vida sería un exceso”. Luis Miguel tenía la convicción de “reconocer la humanidad que hay en todos y de que tenemos lazos comunes que nos unen más que separarnos”.

    Caminante, amante de la fotografía, del fútbol americano, los sanfermines —esas festividades españolas—. Hablaba “de comer lentejas con gusto”, continúa Gregorio, y le gustaba cocinar. De lo que fue Luis Miguel extrañará la serenidad, la misma con la que afrontó, incluso, la enfermedad y la muerte, lo cual le resulta “una cosa bellísima”.

    El profesor querido por sus amigos y estudiantes queda en los libros que escribió, en las palabras y en el buen trato que les dio a todos los seres humanos que apreció. Ellos tienen la certeza, porque de ella se desprende una más valida, pues el docente Gregorio cuenta que alguna vez Bartolomé Yun, asesor de tesis del doctorado de Luis Miguel, alguna vez dijo: “era una de esas personas que uno quisiera tener cerca”.

    (FIN/KGG)

    11 de febrero del 2022